La eficiencia del regadío del Sistema Segarra-Garrigues

El Mediterráneo presenta unas características climatológicas muy particulares, que condicionan la relación de sus habitantes con los recursos hídricos disponibles. El hecho que la lluvia durante el año se reparta de manera menos uniforme –cada vez más extrema- y los largos períodos de sequía son características relevantes. Por esta razón, en el Mediterráneo se tiene constancia de regadíos desde tiempos remotos, y estos, han estado potenciados y mejorados por las distintas generaciones que se han ido sucediendo.

Desde siempre ha sido una preocupación el abastecimiento de alimentos a la población. Y el riego, es decir, aportar agua a los cultivos para poder incrementar y estabilizar su producción (o para poder cultivar especies en áreas donde no sería posible) siempre ha sido una herramienta para conseguirlo.

Actualmente, el requerimiento de alimentos a nivel mundial se está incrementando enormemente, no sólo debido a un aumento de la población, sino también por la transformación de los hábitos alimentarios de algunos países importantes como China, India y algún país sudamericano. Esto supone la necesidad de producir alimentos, sin la posibilidad de incrementar mucho la superficie de producción. Además, cada día se considera más imprescindible el autoabastecimiento, y si no es posible al 100%, será necesario minimizar la dependencia exterior de este sector estratégico.

Resumiendo, por un lado nos encontramos con un bien escaso, el agua, y por otro lado este bien es imprescindible para poder atender unas necesidades crecientes. Compatibilizar estas dos realidades es posible gracias a la eficiencia de los regadíos. Hoy en día no se debería plantear un nuevo regadío sin la introducción de los últimos avances tecnológicos que permitan ahorrar agua y energía. Y es que actualmente, y más ante los retos del cambio climático, hacer un uso eficiente del agua es una obligación. Estos avances conllevan la implementación de todos los medios técnicos necesarios para obtener el máximo rendimiento por cada gota de agua que entra en el sistema con un máximo respeto por el medio ambiente.

En un gran regadío como el Segarra-Garrigues que sigue en fase de construcción, los avances tecnológicos se implementan en todos los niveles, desde el transporte del agua hasta el cultivo implantado pasando por el almacenaje y la aplicación del agua. Para poder valorar de que estamos hablando necesitamos entender que el camino que sigue el agua desde su origen hasta el cultivo de una parcela es largo, ya que una gota que sale del embalse de Rialb puede llegar a su destino seis o siete días después y con un recorrido superior a los 100 Km. En estas condiciones, los avances tecnológicos utilizados a lo largo de todo el trayecto para conseguir elevadas eficiencias en su conjunto son muchos.

Para conseguir una red más eficiente, el Segarra-Garrigues busca que la totalidad del agua que se utiliza desde el embalse de Rialb tenga las mínimas pérdidas posibles. Esto se consigue a través de un canal totalmente hormigonado, de la impermeabilización con plástico de todas las balsas y de la presurización de la extensa red de tuberías. Además, la red está totalmente telecontrolada –gestionada por personal altamente cualificado- y los sistemas de riego en parcela son localizados o por aspersión, pero nunca por inundación. Igual de importantes son otras técnicas que se ponen al alcance del agricultor como, por ejemplo, aplicaciones con recomendaciones personalizadas de la cantidad de agua necesaria para sus cultivos, técnicas de teledetección y campos experimentales donde se ensayan nuevos cultivos, variedades y técnicas.

La eficiencia de un regadío moderno puede situarse entre el 65% y el 85%, y en los sistemas de riego tradicionales por debajo del 50%. La Agència Catalana de l’Aigua (ACA) estima que el agua destinada a agricultura es el 73% del agua utilizada en toda Catalunya y, según la encuesta sobre el uso del agua en el sector agrario de Catalunya realizada el año 2006 (INE 2008), el 75% del consumo de agua del sector se destina a fincas regadas con sistemas de riego por gravedad tradicionales, un 15% con aspersores y un 10%  por goteo.

Por lo tanto, para producir más y, al mismo tiempo, disminuir el consumo de agua es necesario modernizar los regadíos tradicionales, ya que podría mejorarse la eficiencia en más de un 25% en la mayoría de fincas regadas actualmente por gravedad. Esto contribuiría a rebajar esta cifra de consumo agrícola del 73% y, al mismo tiempo, incrementar las producciones. Para seguir disminuyendo el consumo de agua es necesario, también, seguir trabajando los regadíos modernos para incrementar su eficiencia con nuevas técnicas y, por lo tanto, la investigación en centros como el IRTA, sigue siendo esencial.

Así pues, sólo con el uso racional del agua a todos los niveles nos permitirá contabilizar las necesidades y la disponibilidad de este recurso.

Miquel Sacrest

Director de Explotación y Proyectos